En una fría noche invernal, la joven Iris llega al hogar de los hermanos Ledesma. Se trata de una humilde casa ubicada a un costado del mar. Allí vivió su hermano hasta que tomó la decisión de suicidarse. A Iris le intriga conocer a quienes compartieron el último año de su vida, luego de que huyera de su casa tras la muerte del padre.
En esas escasas horas, conoce el extraño modo de vida de los Ledesma. Magdalena parece gobernar el destino de Mateo, el menor de los hermanos; un muchacho de comportamiento por momentos infantil, alejado de la realidad, tosco.
Mateo y Magdalena familiarizaron al hermano de Iris con el arte del teatro callejero, al que le imprimieron un sesgo grotescamente religioso. Una actividad que ella no puede asociar al estilo de vida de su hermano, muy alejado de la precariedad que ahora le toca vivir en ese sitio tan hostil.
Poco a poco, Iris descubrirá que la versión de los hechos tiene su contracara. ¿Por qué ya no pueden volver al pueblo y deben recluirse en la marginalidad? ¿Por qué los han denominado “malditos”? ¿Cuán cierta es la versión oficial de la muerte de su hermano? ¿Qué oscuras fuerzas gravitan alrededor de ellos?
Te pedí que no me dejaras es la historia de una cadena de infortunios, de azares que dan una felicidad desconocida que luego se disuelve como el humo de un cigarrillo. La obra comienza luego de aquello que se reveló como el paraíso. Que, como todo paraíso, no puede ser más que una ilusión.
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Tres seres frágiles intentan
hacer real eso que es intangible. Se me ocurre que la obra es la exposición de
una serie de relatos sobre un fantasma. Es, tal vez, una tragedia en donde ya
no hay tragedia. La lucha de tres hombres que, como animales, saben que lo que
ha quedado son restos. Pero, al fin de cuentas, restos necesarios para seguir
viviendo.
